viernes, 7 de febrero de 2014

4 de febrero de 2014, Ciudad Ixtepec (Oaxaca - Mexico)

Otro mundo es posible.

Conociendo el albergue, nos avisan que el tren esta llegando. De lejos, se escucha el rugir de la bestia, la fricción de los frenos contra el acero de las vías. La primera imagen impacta. Tras el primer vagón se divisan la silueta de los migrantes que viajan en el techo de los vagones.

El tren, para quien no lo sepa, es un mercancías. En Mexico no existe el transporte de viajeros por tren. Los migrantes son los únicos pasajeros oficiosos. Viajan sobre todo en el techo, pero también entre los vagones. Soportan las heladas de la noche y las abatidas de las ramas de los arboles, que no solo lesionan, sino los lanzan fuera del tren a una altura respetable. Al norte del país, los que ya viajaron antes, relatan con bastante precisión el numero de tuneles que hay y como debe presionar tu cuerpo contra el techo del tren para evitar ser golpeados. Además, al norte las heladas son mas pronunciadas.

Aunque quizá el frio sea lo de menos; los Zetas asaltan los vagones en busca de dinero, objetos y de jóvenes que mueran en sus luchas contra otros clanes del narcotráfico. Con respecto a las mujeres, es de fácil suponer que buscan de ellas. Por aquí dicen que ser joven y bella no es precisamente una bendicion.

El tren se detiene y sus "pasajeros" descienden a diferentes ritmos. Los mas necesitados caminan deprisa en busca de ayuda. Los voluntarios del albergue los invitamos a las instalaciones: agua, comida, un lugar para el descanso, ropa nueva... Otros bajan sin saber que deben hacer, temen de todos. Médicos Sin Fronteras aparece para proporcionar asistencia medica. El Grupo Beta (asistencia a migrantes del gobierno mexicano) reparte un piscolabis, y la fiscalía y los federales aparecen para saber si los migrantes han sido presionados para realizar pagos, amenazados, o si alguien va contra su voluntad. Entiendes porque algunos temen al ver tal dispositivo.

Un ultimo grupo hace referencia a quienes siguen a su "pollero". Dícese de la persona que se encarga de un grupo de migrantes durante el viaje. Previo pago, por supuesto. El líder camina y el resto le sigue, con cabeza baja, sin responder a tus palabras, como pollitos tras su madre.  Los polleros suelen llevarse a sus grupos a hoteles o casas que previamente han rentado. Se alejan del foco de las luces. Aunque a veces, si el grupo es reducido, van al albergue.

Según los federales el tren llego con unas 300 personas. En el albergue entraron inicialmente unas 70, aunque por la tarde y al dia siguiente continuo entrando gente. Suele ser frecuente. El hambre y el cansancio no son imbatibles.

En las puertas del albergue un policía que envía la municipalidad cachea a los migrantes y sus bolsos. Después, en las oficinas se les registra en el albergue y en la web sobre migraciones del Gobierno Mexicano. Se les fotografía y se les toma los datos, como el teléfono de un familiar. Por si en el viaje sucediera alguna cosa saber quienes eran y con quien comunicarse.

En el albergue disponen de tres días, antes de continuar su caminos hacia Estados Unidos. O, casi ninguno, decidir regresar a su país. Solo en el caso de situaciones extraordinarios, como enfermedad, temas legales, o si se encuentran trabajo (sin contrato, no disponen de una situación legal en el pais) se les va ampliando su estancia.

Esta noche, de madrugada se espera que llegue de nuevo La Bestia. Por la noche impacta mas, me comentan mis compañeros. En otro momento hablare de las historias que relatan. Siempre con reservas, como en esta entrada al blog, donde he relatado mi primera experiencia evitando los datos mas personales, las imágenes que aun continuando merodeando por mi cabeza, al igual que las fotos que guarda mi cámara y que no considero que haya que hacer publicas.
De esta manera, queda una entrada fria, una mera explicacion del funcioamiento del albergue. Porque las historias que relatan los migrantes son duras y tambien el aspecto con que llegan. Huyen de Las Maras y de la pobreza y del desempleo, huyen porque sueñan, como todos, por un futuro mejor, porque confian que otro mundo, lejos del suyo, es posible.

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